Biodanza

¿Qué es la Biodanza?

La Biodanza es una disciplina del cuerpo y del movimiento, un sistema de reeducación afectiva, de renovación existencial, que pretende rescatar los valores de la vida, el respeto por la vida y la sacralidad de la vida.

Tiene como instrumentos, la música y la danza, y utiliza situaciones de encuentro para facilitar la comunicación y desarrollar la expresión afectiva entre las personas.

Para reconectar y disfrutar con la vida, a través de nuestra vitalidad, afectividad, creatividad, sexualidad y trascendencia.

Objetivos

Promover los valores del encuentro humano, del respeto por la diversidad y el intercambio de afecto, emociones y sentimientos.

Permitir el restablecimiento de relaciones humanas nutritivas y saludables.

Transformar las crisis personales en oportunidades de cambio y mejora de la calidad de vida.

Favorecer el reconocimiento e integración de la propia identidad.

Integración de nuestro sentir, pensar y actuar.

Contenidos

Biodanza propone para su trabajo mediante el movimiento y danza cinco líneas de vivencia: Vitalidad, Afectividad, Creatividad, Sexualidad y Trascendencia. Desarrolladas en un fin de semana y en fines de semanas posteriores para su profundización.

Beneficios de la Biodanza

A través de los ejercicios las personas experimentan cambios en su estilo de vida, en el sentido de que aumenten su bienestar, su salud, expresen sus potenciales, tengan valor para vivir y se conecten con su libertad interior; de esta forma estimularán la confianza en sí mismas, aumentando la capacidad de sentir.

La Biodanza busca la integración entre pensamiento, emoción y comportamiento, y que los deseos profundos de cada uno puedan ir aflorando y manifestándose en la vida cotidiana.

A nivel físico (orgánico) se logra la integración de los sistemas nervioso, endocrino e inmunológico.

¿Qué aporta la Biodanza a nuestro mundo?

Estamos en un mundo intelectualmente muy avanzado desde el punto de vista de la inteligencia, pero desde el punto de vista de la afectividad estamos en la edad de piedra. Las guerras, la explotación, la violencia, la falta de respeto por los derechos de todos los seres vivientes, indican una ausencia de afectividad. La Biodanza postula una filosofía de la “gloria de vivir”, a través del movimiento, la danza y el encuentro humano.

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La civilización con todos sus méritos es una estructura de represión de los potenciales humanos; se habla generalmente de las represiones de la sexualidad y de las libertades individuales; pero también existe una represión de la vitalidad, que se manifiesta en un sedentarismo de las costumbres, falta de dinamismo en las actividades, estilos de vida que no facilitan el contacto con la naturaleza y que no favorecen una alimentación natural y orgánica. Esta represión se manifiesta, también e inevitablemente, en el ámbito de la creatividad, como consecuencia de trabajos generalmente estereotipados y rutinarios.

La mayor estructura de represión, a mi modo de ver, es la que actúa sobre la afectividad, la cual está gravemente lesionada; esto se manifiesta en los problemas personales que actualmente se observan por la falta de confianza en uno mismo y en el otro. La misma destrucción de la naturaleza que la ecología denuncia es una consecuencia de graves problemas afectivos, ya que el que contamina la naturaleza o maltrata toda forma de vida demuestra una carencia en sus afectos. Necesitamos sensibilizarnos frente a la vida a través de nuestra vitalidad, afectividad, creatividad, sexualidad y trascendencia.

En los talleres de Biodanza se pueden experimentar vivencias integradoras que nos producen coraje, salud y alegría de vivir.

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La Biodanza, más que una ciencia, es una poética del encuentro humano, una sensibilidad frente a la existencia. La vida que nos toca vivir es un ensayo único y precioso, donde podemos sufrir o disfrutar, dependiendo de nuestra confianza existencial.

Descubramos nuestra humanidad, percibiendo el placer de ser humanos, dado que esta experiencia de vivir es un ensayo constante, un camino pleno de acertijos, de dudas y certezas que duran un instante. Nuestra mejor posibilidad es recorrer ese camino paseando, amando, creando, luchando, jugando, danzando, es decir viviendo intensamente.

Biodanza sólo se puede conocer vivenciándola. Biodanza es un fruto de la cultura humana que, saboreándola, nos ayuda a sentirnos parte de la naturaleza y nos invita a vivir una vida plena de sentido.

La emoción base es el amor a la vida

Dejarnos llevar por el amor es dejarnos guiarnos por una inteligencia afectiva, que es la característica esencial de esta nueva cultura, de esta biología del amor, de esta naturaleza humana que late en lo profundo de nuestro ser.

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Biodanza va en esa dirección, danzando en un espacio-tiempo donde el amor a la vida es la emoción base que organiza el pensamiento creador; tiene como paradigma el Principio Biocéntrico que se inspira en la intuición de un universo organizado en función de la vida. Todo aquello que existe, elementos, estrellas, plantas, animales y seres humanos son los componentes de un sistema viviente mayor. El universo existe porque existe la vida y no al contrario.

¿De dónde viene la Biodanza?

La Biodanza es un sistema creado por Rolando Toro, psicólogo y antropólogo chileno, en la década de 1970, que se inspiró en fuentes antropológicas y etnológicas.

Comenzó realizando experiencias clínicas con pacientes psiquiátricos para verificar las vivencias que la música puede inducir en las personas. Llegó a la conclusión de que cada perturbación requiere unos determinados estímulos musicales y que la música tiene un poder curativo capaz de modificar estados físicos y emocionales crónicos.

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La investigación se desarrolló a lo largo de veinticinco años de confrontación con la realidad, hasta llegar a la elaboración de un modelo teórico científico, de carácter biológico, que, partiendo del potencial genético inherente a los seres humanos, propone unas líneas de vivencia o necesidades vitales diferenciadas como la Vitalidad, Sexualidad, Creatividad, Afectividad y Trascendencia, que permiten y estimulan el desarrollo de nuestro potencial genético.

Para saber más:  https://www.biodanzaya.com/

Mi relación con la Biodanza

A finales de los años 80 tuve la oportunidad de conocer al mismo Rolando Toro. Me fascinó su propuesta e hice la formación con él en Argentina y Brasil. Una vez certificado como Facilitador de Biodanza empecé a trabajar con grupos, desde 1990 en Argentina y a partir de 2001 y hasta la actualidad en España.

En 2005, completé la formación a Profesor Didacta de Biodanza con Rolando en Milán. Antes de su muerte en 2010 lo vi por última vez el año anterior en uno de los congresos anuales en Madrid. Lo recuerdo con cariño y mucho agradecimiento, aprendí mucho  (https://www.biodanza.org/es/ ).

En todos estos años he facilitado a centenares de grupos a conocer y disfrutar de la Biodanza.

Soy miembro de BiodanzaYa, la asociación de facilitadores de Biodanza en España ( https://biodanzaya.org/ ).

 

Del Pensar al Sentir

La base epistemológica de Biodanza se nutre de tres fuentes principales: el pensamiento occidental, la tradición oriental y la experiencia indígena.

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En el campo de la epistemología vivencial, la razón y la palabra ceden su lugar privilegiado a la emoción y al cuerpo como instrumentos de la inteligencia; también resaltan la importancia del encuentro humano y de la experiencia cotidiana como una dimensión esencial de las funciones cognitivas.

La emoción organiza el pensamiento por lo que la clase de Biodanza, además de alegrarnos, enseñarnos, facilitarnos la expresión de las emociones y profundizar en el encuentro con el otro, nos vuelve más inteligentes.

Integrar al hombre disociado

El núcleo integrador es la afectividad, que al actuar sobre los centros reguladores límbico-hipotalámicos, produce el restablecimiento de la unidad perdida entre percepción, motricidad, afectividad y funciones viscerales.

Las ventajas de la Biodanza

Biodanza crea una estrategia para la afectividad: aprender a mirarse a los ojos, a tomarse de las manos, a caminar juntos, a apreciarse en lugar de criticarse y, sobre todo, a aceptar al otro como es, sin pretender cambiarlo. La ternura a través de la caricia, la seguridad a través del abrazo, son nuestros instrumentos.

Biodanza trabaja hacia la salud recuperando en las personas la capacidad de autorregulación y de equilibrio neurovegetativo.

Biodanza crea situaciones en sí y no como sí, es decir, los ejercicios, las danzas y las vivencias que se experimentan en una clase tienen un poder transformador intrínseco que se manifiesta en el momento mismo de la ejecución.

Biodanza significa un ambiente humano donde se crea un entorno socialmente enriquecido para permitir y potenciar la aparición y el desarrollo de conductas a favor de la convivencia y la vida. Hay danzas y ejercicios de comunicación que aumentan la autoestima y el reconocimiento mutuo, conectándonos con el bienestar y el placer de vivir; también hay danzas y desafíos que nos permiten contactar con nuestra energía instintiva y desarrollar el coraje de vivir.

Biodanza permite a través de un clima de confianza y solidaridad el desarrollo de la autoestima y la autoeficacia, tanto en el logro de nuestros objetivos como en nuestros vínculos con otras personas. Se refuerzan siempre los logros poniendo énfasis en lo positivo, apreciando los avances logrados por más pequeños que sean.

La dimensión pedagógica de la Biodanza permite también, a través del aprendizaje por observación y modelaje (procesos sicológicos de imitación), el desarrollo de nuevas habilidades.

Biodanza va desarrollando en las personas una nueva manera de pensar, no imponiendo un modelo desde afuera, sino generando en cada uno un estilo de pensar acorde con sus necesidades vitales y personales.

Por último, Biodanza nos invita a encontrarnos en el abrazo, que es el gesto más humano que pueda existir, el camino hacia nuestra más preciosa identidad, una conciencia máxima de humanidad.